En ocasiones cuando volvemos de vacaciones notamos un ligero bajón en nuestro día a día. ¿Has estado de vacaciones en Semana Santa? ¿Te ha costado incorporarte a tu puesto de trabajo? En ese caso puedes estar padeciendo un pequeño episodio de estrés postvacacional... ¿Que qué es eso? Desde la Sociedad Española para el tratamiento del Estrés nos lo explican.
Estrés (o síndrome, o depresión) postvacacional son términos que hacen referencia al proceso de estrés que tenemos que afrontar tras las vacaciones, para readaptarnos de nuevo a las obligaciones laborales (o escolares), al cambio de estilo de vida que supone, etc. Son términos surgidos de manera popular, que se utilizan mucho, debido al amplio eco que suelen tener todos los años, sobre todo a finales de agosto y primeros de septiembre, en los medios de comunicación.
El estrés es un proceso normal de adaptación a las demandas del ambiente. Cuando tenemos que adaptarnos a nuevas demandas experimentamos una serie de cambios o reacciones a nivel corporal o físico, a nivel mental o cognitivo, así como a nivel conductual. Estos cambios se caracterizan por la activación, aceleración de funciones, o puesta en marcha de nuevos recursos, con el fin de tratar de dar respuesta a dichas demandas.
Así, por ejemplo, cuando una persona tiene que atender una tarea de su vida cotidiana con urgencia, su comportamiento se vuelve más apresurado, más activo, más dinámico; pero para que pueda poner en marcha este nuevo ritmo de conducta, se habrán desarrollado y se estarán activando una serie de reacciones a nivel físico y psicológico, de manera que se incrementarán sus respuestas fisiológicas (tasa respiratoria, cardiaca, respuestas electrodermales, temperatura, etc.) y cambiarán sus procesos cognitivos (la atención se centrará más en la tarea urgente, dejando de lado otras, se activarán procesos rápidos de pensamiento o solución de problemas, etc.).
Al incorporarnos de nuevo al trabajo, tras las vacaciones, sufrimos una reacción de estrés. En general, este estresor no es muy intenso para la gran mayoría de las personas, que pueden ver con preocupación, o incluso con ilusión, la vuelta a su actividad. El cambio de hábitos suele exigir un esfuerzo para volver a los horarios habituales, o para mantener la atención centrada en las tareas que nos ocupan, durante el tiempo requerido. El volver a enfrentarse con responsabilidades u obligaciones puede suponer un aumento de ansiedad, ante la posibilidad de hacerlo mal, de fallar, de obtener un resultado negativo. En nuestra página Web hay un apartado sobre “La evaluación de nuestro nivel de ansiedad a través de los síntomas (test de ansiedad)”, en el que se puede contestar a un pequeño cuestionario que nos da una indicación sobre si los síntomas de ansiedad que estamos padeciendo son demasiado altos, como sucede cuando estamos muy estresados. Los síntomas más importantes son: preocupación, inseguridad, malestar psicológico, temor a perder el control, palpitaciones, taquicardia, excesiva sudoración, temblor, molestias digestivas, dolor muscular, dolor de cabeza, evitación de situaciones, inquietud motora, etc.